Lucecita de un candil

en una noche oscura,

oscuridad de abril,

noche sin luna y gris.

Tiembla la llama asustada,

en un hipnótico vaivén.

Luz entre tinieblas

encendamos nuestras velas

pequeñas llamas sagradas

doradas y anaranjadas

de suaves tonos pastel.

Hilos de seda infinitos

pequeños rayos bonitos

cabelleras de fotones

luciérnagas despeinadas

chispas incandescentes,

filamentos de palabras,

a la frialdad de lo negro

lanzadas……..

Una sonrisa, un gesto,

una caricia a tiempo,

amar al escuchar,

hablar sin tener que ganar,

pedir perdón, o un beso,

arropar a alguien con un abrazo.

Lucecita de un candil

pequeñas llamas sagradas,

hilos de seda infinitos…

acuchillas con dulzura

toda mi negrura.

Luz entre tinieblas

encendamos nuestras velas

doradas y anaranjadas

llenando la noche de luz.

Lucecita de un candil

humilde y hermoso,

sencillo y luminoso

llena de tu luz las primaveras

de mis abriles tormentosos.

Autor: Eduardo García